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Aureliano Sáinz | Ausencia familiar

Uno de los temas que más llama la atención a los alumnos cuando abordamos la evolución de los sentimientos infantiles es la ausencia de algunos de los personajes que componen la familia cuando se les pide a los escolares que la representen en sus dibujos.


Lo cierto es que, en la mayoría de los casos, esas ausencias están motivadas por conflictos emocionales que viven de un modo intenso en el entorno familiar y que las manifiestan en sus representaciones gráficas. Bien es cierto que son los responsables de las aulas quienes me manifiestan las situaciones en las que ellos viven, pues, la mayor parte de las veces, no conviene preguntarles directamente, dado que no son conscientes de que a través del dibujo nos están contando sus estados anímicos.

Este tema ya lo apuntó el psicólogo francés Louis Corman en su obra clásica El test del dibujo de la familia, cuestión que personalmente he podido comprobar en los trabajos de investigación que he llevado a lo largo de los años. Celos, rechazos, rencores, angustias o sentimientos de abandono, se suelen manifestar en las escenas que libremente plasman ante la propuesta que se les hace en el aula.

Así, en líneas generales, la ausencia de la figura de un hermano o una hermana, habitualmente, se debe a los celos que sienten los autores de los dibujos hacia aquel miembro familiar que no ha dibujado. Este sentimiento negativo se da con mayor intensidad en edades pequeñas. También la ausencia de la figura fraterna se produce cuando el hermano no representado muestra un carácter dominante o abiertamente hostil sobre el que ha realizado el dibujo.

Aunque llame la atención, dado que se suele pensar que en todas las relaciones paterno o maternofiliales son positivas con una abierta atención hacia los hijos, lo cierto es que no todas las familias funcionan con estas características. Hay casos de enorme frialdad, por no decir falta de cariño, por parte de los progenitores. Esto conduce a que en la vida familiar aparezcan situaciones de graves carencias emocionales y de tensión derivadas de conflictos que, en ocasiones, sus protagonistas no saben controlar delante de los menores.

Lógicamente, aunque con rasgos emocionales algo distintos, en las familias monoparentales se da con frecuencia una ausencia, aunque sea simbólica, de una de las figuras parentales. Lo más habitual suele ser la del padre; aunque hay casos de familias monoparentales en los que la ausencia corresponde a la de la madre por su fallecimiento.

Para que comprobemos cómo se manifiesta la ausencia familiar a través de los dibujos de escolares, presento una pequeña muestra de edades comprendidas entre 5 y 11 años, para que comprendamos el significado de esas lagunas emocionales.

Comienzo por el de la portada que corresponde a una chica de 11 años que estudiaba en sexto curso cuando realizó el dibujo de la familia tras habérselo propuesto en su clase. Como podemos ver, en la escena solo aparecen ella y su propia madre, reflejando la ausencia paterna en su propio mundo.

Apreciamos, no obstante, la madurez gráfica de la chica, ya que las dos figuras se muestran en un primer plano alargado, con miradas de medio perfil y un alto grado de realismo de los rostros. Comenzó por la figura que la representa a ella misma, pasando posteriormente a trazar la de su madre. El hacerlo por sí misma, podría ser una manifestación de seguridad; no obstante, hay un cierto sentimiento de soledad que queda insinuado por el amplio espacio de la lámina que queda vacío detrás y al que ambas le dan la espalda. A mi modo de entender, es la manifestación implícita de rechazo a la figura paterna que no aparece en la escena.


El dibujo que acabamos de ver corresponde a un niño de 5 años que vivía con sus abuelos maternos, ya que su madre lo tuvo siendo soltera y lo dejó al cuidado de ellos, puesto que tenía que trabajar fuera de casa para mantenerlo, por lo que no podía prestarle la atención como a ella le hubiera gustado. El problema de la ausencia paterna, generadora de sentimientos de soledad, se le agudizó con la enfermedad y el fallecimiento de su abuela, por lo que se encontró viviendo solo con su abuelo y acompañado de su madre en los días que podía contar con ella.

Por las anotaciones que yo tenía de este dibujo, y que me proporcionó su profesora, debo apuntar que el niño no hablaba con ninguno de sus compañeros de clase. Esto es comprensible, pues el fallecimiento temprano de su abuela fue un impacto importante para el pequeño. Así, en el dibujo solo aparecen su abuelo y su madre; no se dibuja a sí mismo, porque se siente triste, insignificante y carente de valor.


En este caso, nos encontramos con un dibujo en el que falta la figura materna. Se trata del trabajo de una niña de 8 años que la vemos representada junto a su padre, no apareciendo en la escena ni su madre ni los otros dos hermanos que tenía. Comenzó por el trazado de la figura que la representaba, pasando posteriormente a la de su padre. Cuando yo esperaba que continuara con el resto de la familia, me encuentro que la autora traza dos grandes montañas con los picos blancos y cayendo una nevada entre ellos.

Al preguntarle a la niña por qué no aparecía ni su madre ni sus hermanos, la respuesta que recibí es que “no cabían”. No quise interrogarle más pues no quería incomodarla, ya que su respuesta era claramente evasiva. De todos modos, simbólicamente ha acudido a la representación de dos elementos en pico, lo que implica algo punzante (¿padres enfrentados?), y a una nevada que cae entre ellos, como símbolo del sentimiento de frialdad y de rechazo emocional que le producen los miembros familiares ausentes.


Acabamos de ver una escena elaborada por una chica de 11 años. Al finalizar la clase de sexto curso de Primaria en la que se encontraba, y en la que había pedido que realizaran un dibujo de la familia, me entregó este en el que solamente aparece ella misma junto a su hermana mayor.

La escena, como podemos comprobar, es agradable, con los colores vivos y alegres. Por otro lado, ambas llevan unas camisetas en las que se encuentran escritas las frases “I love París” y “I love…”. No obstante, no aparecen ni su madre ni su padre en la escena, lo que verdaderamente llama la atención.

Por la edad de la autora, no me pareció oportuno preguntarle las razones de estas ausencias, ya que comprendí que era indicio de un conflicto emocional que estaba viviendo en casa, según me indicó su profesor. Este conflicto lo expresaba a través del rechazo que sentía hacia sus padres, por lo que buscaba el apoyo de su hermana mayor para sobrellevar la situación emocional que la embargaba.

Para cerrar este breve recorrido por las figuras ausentes en el dibujo de la familia, quisiera indicar que son numerosos los trabajos gráficos que tengo sobre esta cuestión, dado que, al interiorizarse los sentimientos negativos, sus modos de expresión son indirectos y no conocidos por los propios autores. De ahí el gran valor que representa el dibujo libre sobre este tema para conocer el mundo interior de quienes atraviesan conflictos emocionales relacionados con el entorno familiar.

AURELIANO SÁINZ