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La publicidad subliminal: la mujer (I)

Tras la publicación del anterior artículo, en el que abordaba la imagen subliminal masculina, y lo cerraba indicando que por criterios de equidad trataría la que tiene a la mujer como protagonista, he recibido algunos comentarios de lectoras indicando, por un lado, que en la mayoría de los mensajes publicitarios la presencia de la mujer es de carácter subliminal, ya que se utilizan claros estereotipos que devalúan su imagen real, y, por otro, que no es solamente el sexo, sino también el poder y la riqueza los que se emplean en este ámbito.

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Quisiera apuntar, antes de avanzar en el tema de esta ocasión, que para comprender lo que es subliminal hay que diferenciar entre “ver” y “percibir”. Nuestros ojos, mientras estamos despiertos, no paran de recibir muchísimos estímulos visuales del entorno que son registrados por nuestro sentido de la vista; sin embargo, solo una pequeña parte es percibida, en el sentido de ser conscientes de lo que se ha recibido por la visión. Aquello que no pasa el “filtro”, y no se borra de la memoria a corto plazo, queda en el inconsciente por algún tiempo, más o menos largo.

Es cierto que, por otro lado, no es solo el sexo lo que aparece en el campo subliminal. De todos modos, los publicistas, dado que han buceado en todos los avances de la psicología y el psicoanálisis, entendieron que una de las necesidades básicas del ser humano es la satisfacción de las apetencias sexuales, por lo que las utilizan en su beneficio a través de estudiadas estrategias de persuasión.

No debemos olvidar que fue el psicólogo Abraham Maslow el que teorizó sobre su famosa pirámide de las necesidades humanas, de manera que ubicaba en la base de la misma, tal como he apuntado en otra ocasión, al sexo; al tiempo que en la cúspide situaba las de autorrealización personal.

De este modo, es fácil introducir publicidad subliminal en los anuncios de aquellos productos que son excitantes (bebidas, tabaco…) o que están en contacto con el cuerpo (ropa, perfumes, etc.) puesto que, de algún modo, son medios de estímulos eróticos.

Y antes de pasar al tema que da título al artículo (que ahora veo necesario dividir en dos partes), me surge una pregunta: ¿se ha entendido la imagen que los responsables de este periódico utilizaron como ilustración para el artículo anterior? ¿Es un plátano el símbolo por excelencia de la erección masculina? Lo cierto es que cuando vi la imagen que seleccionaron me pareció que habían derrochado imaginación a la hora de buscar la ilustración del artículo.

Rápidamente la asocié con el plátano del que se había servido Andy Warhol, en 1967, para diseñar la portada del disco de The Velvet Underground & Nico y que la revista Rockdelux, no hace mucho, había elegido como el mejor disco de la historia del rock (esto me parece muy cuestionable, pues aunque lo tengo y creo que es uno de los grandes, encumbrarlo al mejor de todos los tiempos me parece excesivo).

Bien, tras estas reflexiones acerca de los símbolos sexuales masculinos, conviene que pasemos a ver cómo ha sido utilizada la imagen femenina en los mensajes con componente subliminal, teniendo en cuenta que la mujer en los anuncios de corte erótico se encuentra alejada del protagonismo alcanzado en este tema por el género masculino. La razón es bien sencilla: hasta épocas recientes, exteriorizar el deseo sexual femenino estaba abiertamente rechazado, y los epítetos que se aplicaban para estos casos revelaban una clara condena de aquella que se atreviera a hacerlo.

Pero las rápidas transformaciones sociales, que la sociedad de consumo ha ido traspasando a las modas, los hábitos y las costumbres, han provocado que a la mujer, especialmente si es joven, pueda presentarse como un ser con deseos sexuales, aunque las barreras que delimitan los apetitos libidinosos masculinos de los femeninos son lo suficientemente altas como para que los publicistas las tengan en cuenta, so pena de incurrir en reacciones de rechazo por parte de las receptoras de esos anuncios.

Los primeros anuncios de corte subliminal en los que aparecía la figura femenina arrancan tímidamente en los comienzos de los años ochenta. Era una apetencia y un erotismo bastante matizados por las posibilidades, como digo, de herir la sensibilidad de las receptoras.

Por entonces, la presentación de la mujer en la publicidad subliminal se trataba con una cierta discreción y, en ocasiones, había que ser un verdadero experto para encontrar dónde se había introducido ese estímulo erótico.

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Para que veamos lo rebuscado que podía ser la composición del anuncio, inicio el recorrido con un cartel de aquellos años del champán de la marca Moët & Chandon. Tengo que apuntar, de entrada, que la imagen de la botella de bebida alcohólica (más aún que el plátano) se utilizaba como símbolo fálico.

A este recurso acude el publicista, autor de este anuncio, cuando presenta a una chica rubia, en plano medio largo, con la cabellera ocultándole el rostro y sus brazos cruzados sobre el pecho, al tiempo que con la mano derecha y el puño cerrado sostiene la botella de champán.

Los brazos de la chica forman una X de gran tamaño, haciendo, por un lado, referencia a la cinta cruzada que posee la botella y, por otro, alusión a la idea de lo prohibido. Este segundo significado nace del que socialmente se le atribuye a la X, especialmente por la relación que se establecía con las películas de tipo sexual y pornográfico.

Así, se llamaba “cine X” al conjunto de aquellas películas que podían verse en las salas cinematográficas con esa denominación, a las películas de vídeo de este temática o las que se proyectaban en ciertos canales de televisión a altas horas de la noche.

Pero las alusiones eróticas no acaban aquí. Si observamos con cierto detenimiento la imagen de la botella, podemos comprobar que dentro de ella hay pintado un pene de color verde que acaba en la parte inferior del cruce del lazo negro de la botella. Con esta inclusión, se lograba reforzar la identificación simbólica de la botella con el falo, al tiempo que de nuevo se establecía relación de la X de la cinta lo prohibido, como alegoría sexual del género femenino.

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Lo rebuscado de la introducción de la componente subliminal con figuras femeninas lo encontramos de nuevo en este anuncio de ginebra Ballantine's, cuyo eslogan, Momentos de inspiración, ya daba algunas pautas de por dónde caminaba esa “inspiración”.

Si observamos la imagen, comprobamos que aparece el torso desnudo de una chica, que va desde la cintura hasta la altura de los pechos. Se muestra con un pantalón vaquero entreabierto y portando, al lado del ombligo, el tatuaje de una banderola con el número 18.

Siguiendo el criterio de la campaña, la botella de ginebra había sido diseñada como un receptor de palos de golf, con un asa para portarse sobre el hombro. Por otro lado, el ombligo de la chica ha sido transformado en un hoyo, presumiblemente de golf, dado que el tatuaje con la banderola lleva trazado el número 18, correspondiente al del último hoyo.

¿Y dentro de todo este galimatías, dónde está la componente subliminal? Pues en las sombras dibujadas del lado derecho del torso: si nos fijamos detenidamente, vemos la silueta de un pene que se encuentra eyaculando hacia abajo, al lado de la banderola.

La eyaculación, una vez que nos detenemos en esta parte, se aprecia con bastante nitidez, por lo que ya es posible comprender el conjunto de connotaciones que ofrece el cartel: los “momentos de inspiración” están ligados al triunfo y al éxtasis sexual masculino, es decir, al orgasmo que coincide con la eyaculación del semen que se arroja hacia la zona genital femenina.

Y ahora, amigo lector / amiga lectora, dando un gran salto en el tiempo hasta nuestros días, te traigo un anuncio que ya comenté en otro artículo, pero que por entonces no aludí a los estímulos subliminales que se encuentran presente en él.

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Y es que Guti, antes de marcharse del Real Madrid para irse a Turquía, nos dejó esta joya de lujo hortera, con chicas incluidas, para hacer creer a los adolescentes que con la ropa, las zapatillas o accesorios Puma entrarían en ese paraíso consumista que el capitalismo les tenía preparado a cada uno de ellos (¡Pobrecitos, no sabían la que les (nos) esperaba!).

Para cerrar, y puesto que alguno de vosotros se ha interesado por esta especie de búsqueda erótica escondida en los anuncios, os hago el siguiente reto: ¿cuántos elementos subliminales encontráis en el anuncio? Os aconsejo que pinchéis sobre la imagen para que la podáis ver con detalle. Si sois capaces de encontrar dos o tres de ellos (hay bastantes más) ya podéis consideraros unos expertos o unas expertas en publicidad subliminal.

AURELIANO SÁINZ