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Los picos y las regañás del Aljarafe sevillano que se comen en Nueva York, Japón y China

El horno de Don Pelayo lleva más de 10 años en funcionamiento en Sanlúcar la Mayor, aunque no es hasta hace tres, cuando el joven emprendedor David De Castro, sumiller y catador profesional de reconocido prestigio, llega «con mucha fuerza y mucha emoción» a la empresa y le da un giro de 180 grados. «He aplicado todos mis conocimientos del mundo del vino, a una regañá y a un pico, que lo hacen diferente por muchos matices», comenta David de Castro.

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La internacionalización ha hecho que los picos y regañás del Sanlúcar se consuman en los mejores restaurantes de Nueva York y de otras capitales europeas, Japón y China.

La empresa cuenta con 34 personas involucradasen este proyecto, el elaborar un producto diferente a lo que existe hoy en día en el mercado, por no tener ni emulgentes, ni conservantes, cuidar la estanqueidad del pan para que no haya intercambio de gases y oxidaciones, y fabricar un producto elaborado totalmente «a mano».

Los picos son curvilíneos, con una curvatura pensada para que se adapten a la medida de la lengua, con los bordes redondeados para facilitar la ingesta y que no sea hiriente. En cuanto a la regañá es un producto único en el mundo, elaborada una a una, a mano. Su masa es tan fina que entre los hosteleros se conoce como la «regañá de cristal». Como dato curioso cabe destacar que salen del obrador cada día 10.000 regañás, elaboradas a mano cada una de ellas, por lo que David de Castro asegura que «son auténticas malabaristaslas personas que las elaboran».

«Esto es lo que realmente nos posiciona a ser los números uno a nivel mundial en cuanto a calidad, y gracias a ello nos han otorgado el premio al Producto Excelente de Andalucía. Es un producto, que aun siendo pan, está minuciosamente elaborado, más propio de catadores, que de panaderos, porque nosotros no somos panaderos, sino profesionales de la gastronomía», cuenta De Castro.

Para elaborar el producto, se utilizan unas materias primas de primera calidad, como la harina de trigo de calidad suprema, agua, levadura y flor de sal de las marismas de Cádiz, que hacen que las características en boca son diferentes.

No nos gusta utiliza la palabra artesanal para designar a nuestro producto, ya que es un término demasiado devaluado para designar productos mejor elaborados, que se diferencian del resto, cuando esto no es así, y en la mayoría de los casos, son productos industriales. En nuestro caso nos referimos a él como un producto elaborado y hecho a mano, uno a uno», matiza el sumiller.

David de Castro matiza que «todo el mundo piensa que el éxito consiste en hacer cosas extraordinarias, pero la gente está equivocada. El éxito realmente se encuentra en hacer cosas ordinarias, eso sí, extraordinariamente bien hechas».

TOMARES DIGITAL / REDACCIÓN
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